Hoy nos acompaña una vez más en Queriendo ser madre, Mamá en el SigloXXI. Si recordáis en capítulos anteriores nos contaba su triste perdida y como está fue compensada rápidamente por un sorprendente positivo. En esta tercera entrega no relata como transcurrió su embarazo, ella estuvo muy asustada casi toda su gestación debido al hipotiroidismo que sufrió, y no solo eso, sino también por la falta de empatía y ayuda que obtuvo por parte de los profesionales que la atendieron.
Queriendo ser madre. La Historia de Mamá en el sXXI
Las siguientes semanas transcurrieron muy despacio (o eso me pareció a mi) y finalmente fui a la eco del primer trimestre sola, porque era en horario laboral y el costillo no pudo acompañarme, y tan nerviosa que ni desayunar conseguí esa mañana. Cuando la gine me puso el ecográfo en la tripa y giró el monitor para que viera al bebé, se me desbordaron los ojos cual pantanos y empecé a llorar sin poder evitarlo, algo que no había hecho en mi primer embarazo, donde primó la incredulidad y la sorpresa sobre cualquier otro sentimiento. Tanto lloraba que la doctora se vio en la obligación de consolarme y decirme que estaba todo estupendo, que la criatura era perfecta y que no me preocupara por nada. Fue la primera y la última persona amable que encontré en todo el embarazo. Si hubiera sabido lo que me esperaba le habría dado un beso en los morros…
Finalizado el primer trimestre, me relajé un poco. Dimos la noticia a diestro y siniestro (mucha gente ya lo sabía porque soy muy delgada y la tripa me delató a las 10 semanas) y empezamos a hacer planes para nuestra creciente familia: que si silla nueva para el coche, que si rescatar el carrito del desván de los suegros, que a ver que hacemos en verano si salgo de cuentas el 21 de septiembre… Esas cosas que te alegran la vida.
Sin embargo, como ya he dicho, la naturaleza es una japuta y aún me tenía reservada otra sorpresa para no dejarme disfrutar en paz de mi estado de buena esperanza. Al hacerme los análisis del segundo trimestre descubrí que padecía hipotiroidismo subclínico y digo descubrí, porque si no me pongo un poco burra y le doy la vara a mi médico de cabecera aún estaría sin enterarme de nada. El hipotiroidismo es bastante frecuente en las embarazadas y no reviste mayor gravedad, aunque sí es importante tratarlo y hacerlo cuanto antes, sobre todo, en el primer trimestre, porque el feto no produce hormonas tiroideas y depende exclusivamente de las de la madre para su desarrollo neuronal. Un hipotiroidismo no tratado puede dar lugar a un aborto, a un parto prematuro o a bebés con poco peso al nacer, y en los casos más graves ceguera, sordera o deficiencia mental en el niño.
Cuando fui a recoger los análisis del segundo trimestre, mi atento doctor me dijo con tono monocorde: “Umm, el azúcar está bien, tienes anemia, te voy a recetar hierro, y el colesterol está por la nubes, así que bebe leche desnatada…ah, y esto está un poco alto, pero bueno”. Y yo: “¿El qué está alto?”. “Nada, nada, el tiroides”. “¿Y eso qué es? ¿Hay algún problema?”. “No. Bueno, sí. ¿Tienes consulta con la matrona pronto? ¿Sí?, pues pregúntale a ella…”. Y allí que fui a preguntarle a la matrona que se me quedó mirando con cara de haba sin saber qué contestar: “Ay, chica, pues no sé ¿por qué te ha dicho que me preguntes a mi? Espera que luego hablo con una colega del hospital y le consulto”. Unas horas después la matrona me llamó al móvil y me dijo apurada que fuera al día siguiente a ver al médico, que ya me había pedido ella misma la cita a primera hora de la mañana, que me recetara tratamiento para el hipotiroidismo y me diera un volante urgente para el endocrino. Y todo para ya, pero ya.
Yo empezaba a acojonarme, pero mi médico se lo tomó todo con una pachorra increíble, me preguntó que por qué me tenía que recetar las pastillas (cómo si yo lo supiera) y me dijo que, con las lista de espera que había, tendría suerte si el endocrino me veía antes de dar a luz (yo estaba ya de 22 semanas). Antes de irnos, intenté averiguar en qué podía afectar el hipotiroidismo al bebé, a mi niña, que ya sabíamos que sería una hermanita, pero el buen doctor esquivó la pregunta como un profesional: «Pregúntale al endocrino», «Pero, oiga, ¿no puede decirme algo? Que a lo mejor tardo un poco en verle» «Mejor no. Habla con el endocrino. Y empieza el tratamiento mañana mismo, eso sí. Que es importante». Con un par.
Cuando un mes después por fin me recibió el especialista puso el grito en el cielo: por qué rayos no había ido a su consulta nada más quedarme preñada, que a estas alturas del embarazo poco se podía hacer, que cómo no sabía yo que tenía el tiroides chungo (porque, claro, todos nos miramos el tiroides por la mañana nada más levantarnos), que si tal y que si pascual. No paró de bufar mientras miraba mis análisis del primer trimestre, donde, según él, ya estaba más que claro el problema (¡¡¡¿¿¿cómo no te han enviado aquí antes???!!!) y por lo pronto me dobló la dosis de medicación y me encasquetó una analítica extra para el tercer trimestre.
Me hizo desnudar, me pesó, me palpó el vientre con violencia, me riñó por llevar el pelo suelto y no facilitarle el acceso a mi cuello con toda esa melena colgado y cuando, con un hilo de voz, me atreví a preguntar por el bebé, por lo que podía pasarle, me espetó: «Pues es difícil de valorar. Cualquier cosa. El tiroides es importante para el desarrollo cerebral. Tenías que haber empezado con las pastillas nada más quedarte embarazada para asegurar un buen resultado. Ahora habrá que esperar a que nazca. Ya te puedes vestir». Le falto señalarme la puerta. En serio.
Si hubiera ido yo sola a la consulta podría pensar que eran todo imaginaciones mías (la bordería, la frialdad, la falta de educación…), pero mi costillo estaba allí y salió echando humo por la orejas, con ganas de prenderle fuego al chiringo. Yo no. Yo sólo lloraba. Otra vez.
Fue en esa época cuando empecé a tener contracciones de braxton hicks a porrillo. Todos los días. A veces dolorosas y rítmicas (cada 15 minutos, por ejemplo). Se lo comenté a la matrona, a una de las cuatro o cinco diferentes que me atendieron en mi centro de salud a lo largo del embarazo, y no le dio la más mínima importancia, ni siquiera cuando le mencioné que estaba en tratamiento para el tiroides. Peso. Tensión. 30 segundos de latido fetal. Ale, la siguiente.
En vista de que nadie me decía nada, de que en internet no encontraba lo que buscaba y que, al parecer, iba a tener que esperar al parto para saber si mi hija estaba bien, decidí pedirle cita a la ginecóloga a la que iba cuando tenía seguro privado y pagarle a tocateja lo que fuera sólo para que me diera alguna explicación y contestara un par de preguntas de manera directa. Fueron los 80 euros mejor empleados de mi vida. La mujer miró los análisis, me hizo una eco y nos tranquilizó diciendo que estaba todo perfecto, que el bebé tenía un tamaño normal y que si hubiera algún problema se vería. Que me tomara las pastillas y siguiera una dieta equilibrada (por el hierro y el colesterol). Todo sonrisas. Todo dulzura. Me da igual que la vendiera, en vez de regalarla. Cuando salimos de su consulta era el costillo el que lloraba, mientras yo decidía que nadie más iba amargarme lo que me quedaba de embarazo (31 semanas llevaba a estas alturas).
Volví al endocrino poco después y sus primeras palabras fueron: «¿Sigue el embarazo? Ah, bueno». Ni hola siquiera. Para correrle a gorrazos… Miró los análisis de tercer trimestre (que estaban bien porque me lo había dicho la gine a la que había pagado), me volvió a aumentar la dosis de la medicación y me dio cita para después de que naciera la niña. Como yo sabía todo lo que necesitaba, en cuanto me entregó el volante, me levanté para irme. El tipo debió darse cuenta de que algo fallaba porque medio sonrió y dijo «¿No queréis hacerme ninguna pregunta?». «No»,contesté, sonriendo a mi vez. «Bien, entonces hasta octubre». Y eso fue todo.
…continuará
Hay que ver el afán de algunos por amargarnos la existencia!! y la rabia que más me da es que suelen ser profesionales que juegan con nuestra salud y con la salud de nuestros futuros hijos. Y esto sin tener en cuenta las formas y la falta de empatía, que leyendo historias como esta, al final es lo que menos importancia tiene. La pobre chica vaya partía de cafres se fue encontrando en su camino!!!
Madre mía. Vergüenza ajena de «profesionales» yo llevé mi embarazo y parto por la seguridad social y mi experiencia es totalmente contraria. En fin de todo debe haber. Lo importante es q todo iba bien dentro de lo q cabe. Feliz día! Muack!
Es que a veces los médicos…… Yo se que ellos ven cosas terribles todos los días y lo que nos pasa en ese momento les puede parecer una estupides, pero tenemos sentimientos.
Un besote.
Es que están demasiado acostumbrados a estas cosas, pero no entienden que para nosotros puede ser un mundo.
increíble es que esto indigna a cualquiera, pero es que vamos a ver una cosa que la seguridad social no es gratis, que no nos hacen favores no que los que nos atienden ocupan puestos remunerados no son una ong y que esos puestos que ellos ocupan serían un caramelito para esa gente con ganas y vocación que se encuentra cogiendo un avión para trabajar en hospitales extranjeros porque aquí muchos amargados se creen los dueños de su cortijo-consulta de la seguridad social…ufff paro que me enciendo, increible, a nadie se le desea pasar por algo así pero esta gente debería pasar en sus propias carnes las situaciones de algunas de sus pacientes a ver si descubren lo que es la empatía.
Para terminar me irrita tanto esto porque yo trabajo en el sector público y para mí son mis clientes y los que demandan toda mi atención e interés, no es necesario que me paguen al salir que ya recibo mi nómina puntual del estado por el trabajo que he elegido y que tengo la gran suerte de poder ejercer (mis clientes tienen entre 12 y 18 maravillosos añitos) ojalá ninguna de nosotras tuviéramos que cruzarnos con incompetentes de este calibre en una etapa tan crucial de nuestras vidas, el camino a la maternidad, que triste (estoy que reparto leches jejeje)
Ains, gracias guapísima por tu ira y tu cabreo. El saber que no es cosa mía, que de verdad me trataron fatal, me anima bastante, porque cuando contaba alguna de estas movidas a gente de mi entorno, algunos no se lo creían y me decían: «bah, mujer, seguro que no es para tanto. Es que tienes las hormonas disparadas». Y sí. Las tenía. Pero el menudo percal…
Si es que cuando terminan la carrera se le debería de exigirles algún curso de empatía.,es una pena que solo seamos simples números para la mayoría.
Y telita con el endocrino, a ver que culpa tenía ella que su médico no la hubiera mandado antes…
Desde luego!!! hay algunos que no están hechos para esto!!
¡A mí también me trae recuerdos desagradables! Resulta q en el segundo trimestre mi gine estuvo un tiempo de baja pq se partió el brazo, y su sustituto no dio importancia a que mis niveles de tiroides habían salido un poco de los niveles normales… Como yo no tenía ni idea, pues ni m di cuenta. Cuando volvió mi médico, un mes antes de parir, vio que estaba superdescompensado y por suerte, para ganar tiemoo, él mismo me dio tratamiento al tiroides para que ya después del parto me viera un endocrino. Pero no puedo evitar pensar a veces q pudo ser la clave del bajo peso de mi nena y q gracias a Dios q fue eso sólo!! Siendo médico tienes q saber lo q tira un bebé del tiroides de la madre, yo no tenía q tener ni idea, ni tú tampoco!! Y la bordería de estos profesionales q cuentas, intolerable!! Un besote
Si es que parece que tenemos que saber leer nosotras el resultado de los análisis… Menos mal que tú al menos contabas con alguien de confianza y sí, casi seguro que el bajo peso de la niña al nacer fue consecuencia del tiroides. Fue lo primero que me dijo el endocrino, junto a lo de «parto prematuro» y «aborto».
Jolín con el endocrino, vaya joyita te encontraste, hija!! Qué horror! Hay gente que de verdad…,me ha cabreado mucho leer esta entrada…hay profesionales en los que se supone que confiamos que dejan bastante que desear…vaya vergüenza!
Un besote!
Gracias, gracias y gracias!!
Menudo trato, madre mía, no entiendo como algo tan importante no se controla más y eso que la solución es de lo más sencilla, una pastilla y analíticas de control… Yo tengo hipotiroidismo desde hace más de 12 años y es lo primero que dije durante mis embarazos. En el primero tuve que recurrir a mi tiroidologa privada porque en la SS no supieron como tratarme y en este segundo la verdad que genial, la endocrina de la SS una maravilla, eso sí me dieron cita casi dos meses después, menos mal que mientras me preocupé de hacerme analíticas y consultar con mi tiroidologa. Perdón por enrollarme…
Espero el siguiente capítulo ?
Es verdad, con lo fácil que es hacerlo todo como debe ser!!! y la de disgustos que nos ahorraríamos!!!
Tengo que decir que me siento muy identificada con esta historia. Llevo 12años con hipotiroidismo y aunque ya sabía lo que era y tenia que hacer, en el cuarto mes de embarazo se me disparó el tiroides y aun 3años después de tener a M no lo tengo controlado. Nunca se me olvidará cuándo me dieron los resultados de la analítica y el garrulo del médico hizo lo mismo. Más seco que la mojama y que no me mandaba a la endocrina.menos mal que tenia el número de mi especialista y me dijo «vente mañana «.cambio de medicación y protocolo a seguir. Pero esos días que pase hasta que fui… No se los deseo a nadie. Entiendo que sea su trabajo pero no a veces no tienen ni tacto ni corazón.aunque ya conoces mi historia, algún día te escribiré. Besos
Tuviste suerte de saber qué era el hipotiroidismo y de tener a mano un médico amigo al que recurrir. Yo estaba totalmente pez y me pasé una semana como pollo sin cabeza buscando información por mi cuenta. Estas cosas no deberían depender de la buena voluntad o el estado de ánimo del doctor que toque en el sorteo.
Alucino. Si es que la amabilidad y el respeto deberían darse en la carrera como asignatura obligatoria. Yo creo que no son realmente conscientes de lo que afectan estas maneras tan rudas 🙁
No, no lo son. Yo les hacía beberse los tres litros de lágrimas saladas que me hicieron derramar. Sólo para que probaran a qué saben… Ains!!!
Si que encontró cafres, si. Yo de momento no tengo quejas con los profesionales que me han tocado en la SS. Es cierto que una de las ecografistas estaba un poco…. loca, por decirlo suavemente xD pero se notó que miraba a conciencia a la niña y a mi con eso me basta.
Un abrazo 🙂
Yo me encontrado de todo, pero bueno, olvidado queda.
Iba leyendo y me iba poniendo frenética. Eso de tratarte como un trozo de carne, como si la «enferma» tuviera la culpa (Y digo enferma y no embarazada porque para muchos médicos estar embarazada es estar enferma).
Otra cosa que no entiendo, o yo estoy mal acostumbrada, o lo que no es normal es que cada vez que vayas al médico te atienda uno diferente, porque entonces nadie sabrá bien, bien qué tienes. Yo fui siempre al mismo ginecólogo-obstreta durante el embarazo y fue el mismo que atendió mi parto. Por suerte, la comadrona la vi solo una vez y gracias, no me dieron más ganas después del trato. Nada de empatía. En fin… que a lo que iba es… ¿Cómo se puede ser tan burro? Empezando por el gine que te manda a la comadrona, la comadrona que poco más o menos se ríe por las preguntas. Luego el endocrino. De donde lo han sacado??? Como puede hacerte preguntas como esas? Yo no sé, pero creo que con mi vena psicópata, yo le hubiera metido un moco que pa qué.
Saludos
No es normal que cada vez que vayas te atienda una persona distinta. De hecho, en mi primer embarazo me vio siempre una chica estupenda, que incluso nos impartió las clases de preparación al parto y todo. Sin embargo, mi embarazo les «coincidió mal». La matrona oficial estaba de baja recurrente (iba y venía: la vi dos veces en todo el proceso) y su hueco lo suplía quien estaba libre en ese momento (otras tres chicas/señoras diferentes), lo que implicaba partir de cero en cada visita. Además me pilló todo el verano (julio y agosto al completo) y a las bajas se sumaron las vacaciones, hasta de mi médico de cabecera que se tiró dos meses fuera, el tío. De hecho, los resultados de los análisis del tercer trimestre, los que incluían la analítica complementaria del tiroides, los recogí con su sustituta, que me echó (¡¡¡¡¡A MI!!!!!) una bronca del copón, porque decía que estaba haciendo un gasto enorme a la seguridad social con tanto análisis innecesario que pedía (porque, claro, yo misma me firme el volante de la analítica). Ah, y ginecólogo o similar no vi ni uno en ningún momento. Solo a la buena mujer a la que pagué yo a tocateja… Suerte perra la mía…
gggrrrrr, supercabreada estoy, conforme iba leyendo me iba subiendo el nivel de cabreo, no hay derecho a que la trataran así!!! Pobrecita!! «¿Sigue el embarazo» va y le pregunta, pero por favor!!! Una patá en tós los morros le hubiera dado yo!!! Esperando la siguiente parte!
Pues sí, una patada en todos los morros se merece el tipo, dando por supuesto que ya habría perdido al bebé o tenido un parto prematuro o lo que fuera que supusiera el muy….. Y en cima es el jefe del servicio de endocrinología del hospital. Ains! Compasión tengo de sus subalternos. Aunque tanto la matrona como el médico de cabecera también estuvieron finos…
Acojonante no, lo siguiente. hay médicos que deberían estar en la cola del paro, por no decir otra cosa. Poner la vida de un inocente en juego solo no debería ser gratis.
Yo creo que hay gente muuuuuy quemada en la sanidad pública de este país y también gente que equivocó su vocación. Si no eres capaz de tratar a las personas con un mínimo de dignidad, dedícate a la investigación, hombre, que al microscopio y las probetas les da igual cómo les hables!!!