Blog » Queriendo ser madre » Queriendo ser madre. La Historia de Yo Tampoco Sabía (II)

Queriendo ser madre. La Historia de Yo Tampoco Sabía (II)


La historia de Yo tampoco sabía

Vuelve a Queriendo ser madre mi queridísima Yo tampoco sabía con su pedazo de historia, bueno con la segunda parte…¡¡y aun queda una tercera!! la primera podéis leerla aquí.

Ya sabéis que la podéis seguir en facebook, twitter, Instagram y Google+.

En este capítulo vamos desde esa primera cita, al momento en que empiezan a sufrir porque su tan ansiado bebé no llega. Para terminar reflejando lo incomprendidas que nos sentimos en estos casos las mujeres que presentamos ese problema a veces por quien menos nos esperamos.

Disfrutad mucho de esta historia.

Queriendo ser madre. La Historia de Yo Tampoco Sabía (II)

Como yo ya no vivía en la misma ciudad, dijimos que viniese a buscarme después de yo comer en casa de mi tía abuela que sí que vivía allí, él me mandó un mensaje y yo me asomé a la ventana para decirle que ya bajaba, pero ya sabéis como son las abuelas, tardan una eternidad en dejarte ir de sus casas, así que llegó un segundo mensaje, me volví a asomar a la ventana y él espetó un “Baja ya!!” y yo con el carácter que me caracteriza, nunca mejor dicho, le pedí a mi abuela que me pusiese un café, con exigencias no, gracias. Al bajar tampoco hubo reacción negativa por su parte ante mi tardanza, supongo que captó mi sutil respuesta, materializada en diez minutos extra de espera.

Primero fuimos a tomar una horchata fresquita en una terraza, de la cual pasamos a una cervecita y ya nos dispusimos a reunirnos con el resto pues llegaba la hora acordada y estábamos algo lejos.
Llegados al punto de encuentro, empezaron a llamar los otros compañeros que tenían que venir y poco a poco la reunión acabo reduciéndose a cita.

Era 4 de julio de 2009, fuimos a cenar unos bocatas en el primer bar que encontramos y luego a la fiesta nocturna de la fiesta mayor, en un parque, con música y tal, estaba bastante bien, nos sentamos en el césped, y estuvimos charlando durante horas, de pronto en una de esas sonrisas que se le escapaban, reconocí al chulito con el que tan mal me llevaba.

La conversación se alargó y alargó, la verdad que él lo que se dice hablar no hablaba mucho, pero yo tengo incontinencia verbal, así que nos complementábamos bastante bien y entonces llegó la frase rompedora por mi parte… le dije “mira, me estás cayendo bien, así que te voy a dar un consejo, no te enamores de mí, porque yo ahora no estoy para esas cosas, tú lo pasarías mal, yo me sentiría culpable y no es plan” seguido de una gran carcajada por parte de los dos, no lo sabíamos, pero aquella noche lo cambió todo.

En cuestión de un mes estábamos todo el día juntos, o él en mi casa o yo en la suya, y en cuestión de tres meses ya vivíamos bajo el mismo techo. Aquellos niños que se odiaban acabaron amándose, nos encontramos en el momento en el que esas heridas estaban cicatricadas, el momento exacto en el que estábamos preparados el uno para el otro. Para mí al igual que para él era ese momento en el que ni te planteas encontrar de nuevo a alguien para compartir la vida, el momento en el que quieres “disfrutar de la soltería” y él apareció como un huracán que lo revolucionó todo.

El tenía también las ideas claras en cuanto a tener hijos y le parecía estupendo ser padres antes de los treinta así que nos pusimos «en faena» pero ese sueño no llegaba. El tiempo pasaba y la tristeza se apoderaba de mí por épocas pero por suerte siempre estaba él a mi lado, el hombre más maravilloso que nunca he conocido y con el que tengo la suerte de compartir mi vida.

Llegó un punto en que era duro ver como los demás conseguían lo que yo tanto anhelaba y sin embargo a mí nunca me llegaba y lo peor fue conocer el caso de alguna amiga que tuvo un embarazo “temporal” porque todavía no estaba preparada para ser madre… Rabia absoluta! Yo deseándolo tanto y otros rechazando el mayor regalo que te puede dar la vida.

Recuerdo aquellas charlas en el sofá en las que mi Rubio me decía “No te preocupes, si no lo podemos tener lo adoptaremos y será tan o más nuestro que si lo hubiésemos engendrado nosotros”.
Yo suponía que el “problema” lo tenía yo, ya lo había intentado dos años con aquel error conocido como exnovio, teniendo el mismo resultado, ninguno (ahora pienso que afortunadamente) el pensar eso además me hacía sentir terriblemente culpable ya que él también deseaba ser padre con todas sus fuerzas y yo sentía que por mi culpa no podría ser, la culpabilidad es algo muy duro, ese tipo de culpabilidad, incluso llegué a plantearme dejar al hombre que más he amado en toda mi vida… ¿qué derecho tenía yo a negarle su ilusión? Pero él me dijo que seríamos padres, de un modo u otro, pero que algún día llegaría esa personita que haría que nuestras vidas fueran completas, que juntos lo conseguiríamos. Él siempre tiene las palabras adecuadas para que puedas ver el sol más allá de la tormenta.

El tiempo seguía pasando y ya que la naturaleza no ponía de su parte decidimos ponernos en manos de especialistas, primero en la seguridad social al mismo tiempo que también nos informábamos sobre seguros privados. Empezamos a someternos a pruebas, análisis de sangre, ecografías, histerosalpingografia, un sinfín de pruebas que hicieron que esa época fuese dura y esperanzadora, a veces sentía que nunca llegaría el final fuese el resultado que fuese, sólo quería saber que pasaba pero la respuesta no llegaba y lo que iba llegando no siempre era esperanzador sin embargo otras veces pensaba que cada día estábamos más cerca de cumplir nuestro sueño.

Recuerdo una visita al ginecólogo, ese hombre que tantas veces me vio llorar y me dijo «tranquila, piensa que hay mujeres que para quedarse embarazadas son como una autopista sin peajes y tú eres como una carretera secundaria, pero piensa que en ambos casos al final del camino se llega al destino que queremos», fue una metáfora que jamás olvidaré. Todo ese proceso lo pasábamos los dos solos, ¿para qué hacer sufrir también a nuestros familiares? Pero creo que la peor parte se la llevó él, a su dolor propio sumaba el dolor que le producía verme así y la mayoría de las veces lo sufría a solas para que yo no le viese. 

Un día me decidí a hablarlo con mi madre, para desahogarme y liberar en ese sentido un poco la carga de mi Rubio, lamentablemente olvidé que ella es el centro del universo. Estábamos en su casa, poniéndole el tinte, jamás olvidaré ese momento, tímidamente le dije «mamá yo creo que soy estéril, infértil o algo» y su respuesta fue «vaya… ahora mi hija me dice que no tendré nietos» y ya está, ni una pregunta sobre cómo había llegado a esa conclusión, ni un interés, ni nada. Jamás volví a comentarle nada. Jamás se interesó por nada. Fue uno de tantos de sus momentos estelares.

…continuará

Si la semana pasada me odiásteis por dejaros en lo mejor de la historia de Yo tampoco sabía, no sé lo que pensaréis cuando os diga que continuará, si, pero el desenlace no lo sabréis hasta después de Semana Santa…jejejej. No me digáis que esta entrega no desprende felicidad e ilusión al principio y conforme va transcurriendo, verdadero amor y apoyo de una pareja…ainssss qué bonita!!

Os animáis a enviarme vuestras historias!? oye que no he tenido ningún papá, alguno por ahí!? Estoy en mamarreir@gmail.com, en el formulario a pie de página o a través de un mensaje privado en Facebook…os espero!!


Responsable » Carolina Vargas Alarcón.
Finalidad » Gestionar los comentarios.
Legitimación » Tu consentimiento.
Destinatarios » Al enviar un comentario, este se mostrará en la página mientras no nos indiques lo contrario. Tu e-mail y tu IP se almacenan internamente para prevenir el Spam y en caso de ser preciso contactarte en relación a tu comentario, pero no se mostrarán. Tus datos no serán cedidos ni usados para otro fin sin tu consentimiento salvo que exista una obligación legal. Puedes leer más en la Política de Privacidad.
Derechos » Podrás ejercer tus derechos, entre otros, a acceder, rectificar, limitar y suprimir tus datos en contacto@mamarie.com.

11 comentarios en «Queriendo ser madre. La Historia de Yo Tampoco Sabía (II)»

  1. Hasta después de semana santa???????? noooooooooOOOOoOOOOo. Bueno, tendré que esperar!!!
    La de vueltas que da la vida…
    Yo también he pensado y a veces hoy por hoy me viene a la mente, eso que soy yo la que impide que mi pareja vea cumplido su paternidad. Pero es él el primero en apuntar y subrayar que el problema es de los dos (mentira, es mio, pero bueno..) y que seremos fuertes unidos para superar la infertilidad.

    Bueno, estaré atenta al blog, al TW y yo que se qué más para leer la tercera entrega.
    Un saludo enorme

    Responder
    • Venga, seguro que aguantas, si ya queda na jajajaj. En mí caso, es a mí marido al que le persigue la culpa y yo soy la que digo que es cosa de dos.

      Ahí te quiero ver jejeje. Gracias por pasarte 😉

      Responder
  2. Que bonito reencontrarse después de tanto tiempo y ver que aquellos que no se soportaban ahora son grandes amantes y amigos y todo. La verdad es que es importante tener a alguien a tu lado que te apoye y siempre tenga esas palabras que necesitas oír o ese abrazo que necesitas sentir.
    Sinceramente, lo de tu madre no tiene nombre. Puede ser el centro del universo pero le digo eso a mi madre (que también tiene aires de grandeza) y ni se digna a preguntar y le digo: -Ohhh, sí!! pobrecita tu que no tendrás nietos. A mi que me jodan verdad??? a ver si se da por aludida.

    Necesito saber más!!! 🙂

    Responder
    • La fortaleza durante aquella época me la daba mi Rubio, él me lo ha dado todo necesitaría cien vidas para poder ageadecerle todo lo q ha hecho y hace por mí. Lo de mi madre… una de tantas de las suyas, algún día tengo q hablar de sus momentos estelares, pero es q todo entorno a ella me da tal pereza y cuando lonpienso me da tanta rabia q lo pospongo y lo pospongo. Feliz día! Muack!

      Responder
  3. Pues si que te voy a odiar porque esto no se hace, ainnnnns.
    Y desde luego la respuesta de la madre, ufffffff, eso hunde a cualquiera, porque aunque ante noticias así a lo mejor decimos lo menos indicado al menos deberíamos mostrar preocupación, interesarse para poder ayudar…no sé.
    Un besín y aquí me quedo esperando.

    Responder

Deja un comentario